El pasado miércoles 15 de octubre, Sigrid Fadrique, psicóloga infantojuvenil fundadora de Centre Muya, participó en el programa Dit i Fet de Radio Pineda (94.6 FM), dentro del nuevo espacio mensual dedicado a la salud mental en jóvenes y adolescentes.
Cada mes, Sigrid abordará un tema diferente relacionado con la salud emocional de la infancia y la adolescencia, con el objetivo de ofrecer información, acompañamiento y recursos a familias, docentes y personas cuidadoras.
Puedes escuchar el programa completo aquí. 🎧
Señales de alerta y cómo acompañarles
Este primer encuentro estuvo dedicado a un tema fundamental: la salud mental en niños y adolescentes y cómo identificar las señales de alerta que pueden indicar que algo no va bien.
Sigrid explicó que una sola señal aislada no tiene por qué ser alarmante —todos los niños y adolescentes pueden tener momentos de tristeza, enfado o desmotivación—, pero cuando varios cambios se combinan y se mantienen en el tiempo, sí conviene prestar atención.
Cambios emocionales
Pueden aparecer emociones más intensas o duraderas de lo habitual: angustia, tristeza, irritabilidad, sentimientos de culpa o baja autoestima.
Si observamos que nuestro hijo o hija “no está como siempre” o parece más apagado o irritable durante un tiempo prolongado, es importante no restarle importancia.
Cambios en el rendimiento o comportamiento escolar
Una bajada significativa de notas, desinterés por las tareas, faltas de asistencia o comportamientos desafiantes hacia el profesorado pueden reflejar un malestar emocional más profundo. A veces el entorno escolar es el primer lugar donde se manifiestan estas señales.
Cambios en los hábitos
Dormir más o menos de lo habitual, comer en exceso o perder el apetito, o dejar de lado actividades que antes le apasionaban. Estos pequeños cambios cotidianos son a menudo el lenguaje silencioso del malestar emocional.Cambios en las relaciones
El aislamiento de los amigos, el empeoramiento de las relaciones familiares, el rechazo al contacto físico o la aparición de tensiones constantes en casa son señales a tener en cuenta. También puede darse la incorporación a nuevas compañías que exponen a conductas de riesgo o a un entorno poco saludable.
Lo que dicen (o lo que no dicen)
Expresiones como “no sirvo para nada”, “qué palo todo”, “no puedo más” o incluso frases más preocupantes como “me tiraría por el balcón, total…” no deben pasarse por alto.
Aunque a veces puedan parecer bromas o frases repetidas de otros, si son recurrentes pueden ser una forma de pedir ayuda sin saber cómo hacerlo.
Escuchar la intuición: el papel de las familias
Sigrid recordó que, como madres, padres o adultos cercanos, somos quienes mejor les conocemos. Si sentimos que algo no va bien, lo más importante es confiar en esa intuición y preguntar.
“Si le conoces y ves que le pasa algo, pregúntale sin juzgar. A veces no se abren con nosotros, pero incluso pedir ayuda ya es una forma de acompañarles.”
No todos los vínculos son iguales: algunos adolescentes se sienten más cómodos hablando con una tía, un profesor o un amigo que con sus padres. En esos casos, buscar apoyo profesional también es una forma de cuidado.
Hay primeras visitas que se quedan en eso, y otras que derivan en un proceso terapéutico. Pero muchas veces lo que se trabaja inicialmente es el vínculo de confianza, algo que puede construirse incluso cuando antes no existía.
Cómo acompañar y fortalecer el vínculo
Sigrid compartió distintas formas de acompañar emocionalmente desde casa, adaptadas a cada edad y momento:
Crear espacios de comunicación
Buscar momentos cotidianos —como las comidas o los paseos— para hablar sin pantallas ni distracciones.
No hace falta tener grandes conversaciones; lo importante es mantener abierto el canal, mostrando interés real por su día a día.
Normalizar las emociones
Hablar de lo que sentimos los adultos ayuda a los niños y adolescentes a entender que las emociones no son un signo de debilidad, sino parte de ser humanos.
Mostrar que también nos equivocamos o que a veces estamos tristes les enseña que no tienen que esconder lo que sienten.
Observar sin juzgar
A menudo creemos saber qué les pasa porque nos ocurrió algo similar, pero cada experiencia es única.
Escuchar con curiosidad, sin intentar corregir de inmediato, genera confianza.
Y entender que a veces no pueden explicar lo que les ocurre porque ni siquiera lo saben: están desconectados de su propio mundo emocional. En el caso de los niños pequeños, la terapia suele trabajar con herramientas proyectivas —como por ejemplo, juego, dibujo, cartas—.
Mantener rutinas saludables
Los niños y adolescentes necesitan estructura. Saber qué les toca hacer les da seguridad y sensación de control.
Dormir las horas adecuadas, alimentarse bien y cubrir sus necesidades básicas es el primer paso para cuidar su salud mental.
Aprender a pedir ayuda
A todos nos cuesta pedir ayuda, también a los adultos. Pero hacerlo es un acto de valentía y de amor propio.
Como dice Sigrid, “igual que no sabemos de ingeniería, no tenemos por qué saber de salud mental”.
Pedir acompañamiento cuando algo nos preocupa es una forma de responsabilidad y autocuidado.
Qué ofrecemos en Centre Muya
En Centre Muya trabajamos para ofrecer espacios de acompañamiento emocional y terapéutico adaptados a las necesidades de cada etapa vital.
Nuestros servicios incluyen:
- Terapia con adolescentes
- Terapia infantil
- Monográficos con Alba Miralpeix:
- Cómo acompañar la llegada de las primeras menstruaciones y eyaculaciones — Sábado 13 de diciembre
- Abrir círculos de acompañamiento a la Sexualidad Consciente: consignas clave — Sábado 7 de marzo
- Acompañar a los adolescentes en la sexualidad desde el respeto y la consciencia — Sábado 16 de mayo
- Círculos de madres e hijas, con Alba Miralpeix
- Talleres sistémicos para adolescentes, que se pueden programar a solicitud del grupo o de familias interesadas.
Cuidar la salud mental también es hablar, mirar y acompañar
El mensaje que dejó Sigrid es claro: la prevención y el acompañamiento comienzan en casa.
No hace falta tener todas las respuestas, solo presencia, escucha y apertura.
Cada palabra, cada mirada y cada espacio compartido pueden ser un punto de apoyo para un niño o adolescente que no sabe cómo pedir ayuda.
Porque cuidar la salud mental también es mirar con cariño, escuchar con respeto y acompañar con amor.