El viaje invisible de la maternidad y la paternidad: lo que no sabíamos que venía y vino

Una invitación a mirarnos mientras cuidamos

Cuando nace una criatura, no solo llega un hijo o una hija al mundo: también se despiertan en nosotros partes dormidas, heridas antiguas, patrones familiares y una fuerza de amor que muchas veces desconocíamos. Ser madre o padre no es únicamente un rol, es un proceso de transformación profunda que nos invita a revisar nuestra historia personal y sistémica.

La maternidad y la paternidad no comienzan el día del parto, sino en los hilos invisibles que tejieron nuestra infancia. A veces sin darnos cuenta, nos convertimos en eco de aquello que vivimos… o que nos faltó. Y es ahí, justo ahí, donde se abre la puerta a la conciencia: ¿desde dónde estoy criando?

Lo que nadie te cuenta… pero llega

1. El espejo de nuestros hijos
Los hijos no solo heredan nuestra genética, también captan nuestra energía, nuestras incoherencias, nuestras heridas. Nos muestran lo que aún no está resuelto en nosotros. Pueden despertar nuestra ternura más honda… y también nuestro enfado más antiguo. Y todo eso está bien: es materia viva para el crecimiento.

2. La activación del sistema familiar
Criar activa dinámicas transgeneracionales: nos encontramos repitiendo frases de nuestros padres, reaccionando como nuestras madres, o intentando ser todo lo contrario… desde la rabia o el dolor. Las constelaciones familiares nos ayudan a mirar esas lealtades invisibles y a soltar lo que ya no necesitamos cargar.

3. El duelo de la identidad
Ser madre o padre a veces supone perder partes de quienes éramos: libertad, tiempo, espacio, prioridades. Es un duelo silencioso que muchos no se atreven a nombrar, pero que es legítimo. Reconocer esa pérdida es también honrar lo que se transforma.

4. El cansancio del alma
Más allá del cansancio físico, muchas personas sienten un agotamiento emocional profundo. No es falta de amor, es sobrecarga de exigencias, soledad, culpa y autoexigencia. Acompañarnos en grupo, con presencia y ternura, puede sostener lo que de otra forma sería insostenible.

Cómo acompañar este camino con conciencia

🌱 Darse permiso para sentir
Sentir rabia, miedo, tristeza o desbordamiento no te hace peor madre o padre. Te hace human@. Nombrar lo que sentimos nos libera y nos conecta con los demás.

🌀 Revisar la propia historia
Cuando reaccionamos de forma intensa, muchas veces no hablamos solo con nuestro hijo o hija… hablamos con nuestro pasado. La mirada sistémica nos permite comprender de dónde viene eso que sentimos y abrir caminos nuevos.

💞 Criar en red
No vinimos a hacerlo solos. Círculos de acompañamiento, espacios de terapia, grupos de madres, tribus reales o simbólicas… todo suma. Nos necesitamos.

🌿 Soltar el ideal, abrazar lo real
No existe la madre perfecta ni el padre perfecto. Existe tu forma única de cuidar, desde tu historia, tu conciencia y tu corazón.

Si todo esto te resuena, si tienes ganas de ahondar, sanar y transformar, en Muya tenemos algunas propuestas, pero también tenemos ganas de que nos cuentes qué necesitas y cómo te podemos ayudar:

Si sientes que te podemos ayudar de alguna otra forma, no dudes en escribirnos, tenemos muchas ganas de leerte. 💜

Una reflexión final

La maternidad y la paternidad son portales. No solo nos transforman: nos invitan a sanar. Y no solo para ellos —nuestros hijos—, sino también para nosotros mismos, para nuestras madres y padres, y para las generaciones que vendrán.

Vivamos este camino con amor, con verdad y con compañía.